

Desde el 23 de abril de 2025, miles de docentes en Panamá han paralizado clases y tomado las calles en protesta contra la Ley 462, una reforma que modifica aspectos clave del sistema de pensiones de la Caja de Seguro Social (CSS). La ley ha generado un profundo rechazo entre los gremios magisteriales, quienes exigen su derogación inmediata.
Pero en medio de esta convulsión social, hay una resistencia menos visible, pero no menos poderosa: la de los educadores que han decidido no sumarse a la huelga, y en cambio, seguir enseñando desde sus aulas.
Gandhi: La revolución desde la coherencia
Mahatma Gandhi enseñó que la verdadera fuerza no está en la confrontación, sino en la coherencia moral. Su lucha por la independencia de la India no se libró con violencia ni con paros, sino con firmeza ética, disciplina y ejemplo. En ese espíritu, los docentes que hoy continúan enseñando, a pesar de la presión social, están ejerciendo una forma de resistencia profundamente gandhiana: la transformación desde el deber cumplido.
Luther King: Educar como acto de justicia
Martin Luther King Jr. creía que la educación era el arma más poderosa contra la injusticia. En sus palabras: “La función de la educación es enseñar a pensar intensamente y a pensar críticamente. Inteligencia más carácter: esa es la meta de la verdadera educación.”
Los educadores que hoy permanecen en sus aulas están encarnando ese principio. No ignoran la lucha, la viven desde el corazón de su vocación: formando ciudadanos críticos, conscientes y capaces de transformar su realidad sin recurrir al caos.
Mandela: La dignidad como camino
Nelson Mandela pasó 27 años en prisión sin levantar un arma. Su victoria fue moral, política y humana. Enseñó que la dignidad no se negocia, y que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Hoy, los maestros que eligen enseñar en lugar de abandonar sus aulas están siguiendo ese mismo camino: resistir sin odio, construir sin destruir.
El aula como trinchera de paz
En lugar de cerrar calles, estos educadores abren libros. En lugar de interrumpir el aprendizaje, lo protegen. Su mensaje es claro: la educación no puede ser rehén de la política. La lucha por condiciones laborales dignas es legítima, pero no debe hacerse a costa del derecho de los estudiantes a aprender. Enseñar, en este contexto, es un acto de valentía y compromiso.
Protestar sin abandonar
No se trata de callar las demandas, sino de expresarlas desde el lugar que más sentido tiene para un educador: el aula. Así como Gandhi marchó sin violencia, Luther King predicó desde el púlpito y Mandela resistió desde una celda, el educador puede protestar enseñando. Puede formar ciudadanos críticos, conscientes y comprometidos, sin dejar de cumplir su misión.
La semilla del cambio
Cada clase impartida en medio de la crisis es una semilla de esperanza. Cada maestro que elige quedarse en su salón está diciendo: “Creo en el poder de la educación para cambiar el país”. Y esa es, quizás, la forma más poderosa de protesta: una que no destruye, sino que construye.
Reflexión final: La semilla del cambio
Cada clase impartida en medio de la crisis es una semilla de esperanza. Cada educador que elige quedarse en su salón está diciendo: “Creo en el poder de la educación para cambiar el país”. Y esa es, quizás, la forma más poderosa de protesta: una que no destruye, sino que construye.
A ti, educador que enseñas en silencio, que no abandonas tu aula ni a tus estudiantes: tu ejemplo vale más que mil discursos. Estás sembrando futuro en tierra difícil, y eso es heroico.
Que tu voz no se pierda entre gritos, porque tu lección —la de la paz, la constancia y la dignidad— es la que más necesita Panamá hoy.